martes, 21 de abril de 2015

San Ignacio de Loyola y una espiritualidad para el siglo XXI _ José María Rodríguez Olaizola, s.j.



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14-4-2015 - La Sala Borja reanudó su actividad cultural con la conferencia de José María Rodríguez Olaizola sj San Ignacio de Loyola y una espiritualidad para el siglo XXI. Esta sala con más de 42 años de historia salió del vacío del año y medio sin gente para ver ocupadas todas sus butacas, 424, y muchas sillas plegables que se colocaron en el escenario. Del vacío de los 12 últimos meses a una sala desbordada que cobra vida. Esta nueva etapa arranca con la mirada en la vida de san Ignacio, en la búsqueda de los motivos que inspiraron la constitución de la Compañía de Jesús y a quienes siglos después ven en la vida del santo una espiritualidad de plena actualidad:
http://miradaignaciana.com/2015/04/16/espiritualidad-para-el-siglo-xxi/


jueves, 16 de abril de 2015


Desde su creación por la Compañía de Jesús, en 1988, el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Prodh (Centro Prodh) se ha planteado defender, promover e incidir en la vigencia y el respeto de los derechos humanos en el país. Como fruto de su compromiso, caracterizado fundamentalmente por la cercanía a las víctimas y la profesionalidad en la defensa y promoción de los derechos humanos, algunos logros relevantes del Prodh son:
·         Los procesos educativos que han reforzado la labor de grupos regionales
·         La presencia activa en diversas redes de organizaciones
·         La interlocución con instancias académicas y de investigación
·         La defensa de casos claves en los procesos de democratización y justicia en el país
·         Activismo, litigio y otras formas de participación exitosa ante instancias internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, los Comités y los mecanismos especiales de la Organización de las Naciones Unidas, como son los Relatores Especiales. De igual forma, el Centro Prodh colabora con
organizaciones no gubernamentales como Amnistía Internacional, la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos, Human Rights Watch, la Organización Mundial contra la Tortura, la Comisión Internacional de Juristas, el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL), entre otras.
La misión del Centro Prodh es promover y defender los derechos humanos de personas y colectivos excluidos o en situación de vulnerabilidad o de pobreza, para contribuir a la construcción de una sociedad más justa, equitativa y democrática, en la que se respete plenamente la dignidad humana.
Nuestra visión es contribuir en la construcción de una sociedad más justa, equitativa y democrática, en la que se respeten plenamente todos los derechos humanos.
Tanto la misión como la visión institucionales son insumos que nos permiten concentrar esfuerzos. Estos elementos, establecen las bases para el direccionamiento y la alineación de las acciones.
Los ejes de trabajo del Centro Prodh son:
Justicia democrática: Justicia Transicional: impunidad y crímenes del pasado. Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos: reforma de los cuerpos de seguridad pública y la garantía física y moral de las personas. Justicia Penal: reforma del sistema judicial conforme a los estándares internacionales para garantizar justicia expedita y gratuita.
Promoción: El impulso y aporte a una cultura de los derechos humanos ha sido parte del trabajo histórico del Centro Prodh. Mediante este eje se pretende dar continuidad al trabajo realizado y fortalecer las capacidades de los diferentes actores civiles a fin de reforzar los diversos procesos que contribuyan a generar mejores condiciones para la vigencia de sus derechos.

martes, 14 de abril de 2015


Es la vida, poderosa, imbatible. Es recordarnos que la última palabra no la tiene la muerte,
 sino el amor. La Pascua es el tiempo de las apariciones, de la búsqueda con nuevos bríos.
Jesús anda, en espíritu y en verdad, por nuestro mundo. No siempre le veremos.
No siempre lo sentiremos.
 Pero está, proclamando la verdad última del Dios de la historia, de la creación entera y
 del cosmos. Dios quiere la vida. No la muerte ni las mil pequeñas muertes cotidianas
infligidas por el pecado.
 Quiere la pasión auténtica del ser humano, esa que se hornea en risas y abrazos,
en gestos de intimidad, en encuentros alrededor de una mesa, en huellas eternas.


«Así vosotros ahora estáis tristes; pero os volveré a visitar y os llenaréis de alegría, y nadie os la quitará» (Jn 16, 22)
¿Nunca te ha pasado? Esos días en que te despiertas cantando, con ánimo, con fuerza.
Esos momentos en los que sientes que, de verdad, todo tiene sentido. 
E intuyes a Dios. Y te das cuenta de que hay gente en tu vida que la hace sólida.
Esas ocasiones en que no hay problemas que te parezcan irresolubles.
Y en que pasas de puntillas por obstáculos que otras veces se presentan como monstruos.
 Días en que notas que quieres más a los otros.
Y que miras tu propia vida con menos dureza y con más amabilidad.
 Algo de eso es el Dios vivo en nosotros.
Í
«Os he dicho esto para que gracias a mí tengáis paz. En el mundo pasaréis aflicción; pero tened valor. Yo he vencido al mundo» (Jn 16, 33)
Y la derrota se convierte en victoria.
La última palabra no la tiene el pecado,
la muerte ni el odio.
La última palabra no es el silencio derrotado.
No es el rencor, ni la injusticia que a tantos
deja inertes.
La última palabra la tiene el amor. 
Amor así, con mayúscula.
 Amor de quien quiere el bien del prójimo.
Amor de quien ha perdonado hasta el final.
 Amor de quien decide hacer el bien cueste lo que cueste,
porque otro camino no conduce a ningún sitio.